martes, 14 de febrero de 2012

This is Radio DAB

Aprovechando un lavado de cara de esta abandonada bitácora (en donde pretendo recuperar algunas de las antiguas entradas con más enjundia), he observado que no he publicado en todo este tiempo ninguna entrada relacionada con temas tecnológicos. Puede resultar extraño para cualquiera que me conozca, pero no nos engañemos: si bien desde mi tierna infancia la tecnología en sus diversas vertientes me ha cautivado, esa fascinación se ha visto mermada en época más adultas. O no del todo…

Al igual que esas ancianitas viudas que son capaces de tener casi tantos aparatos de TV como habitaciones tiene su casa, me acuso de ser un “freak” radiofónico. Tengo cuatro radios repartidas por mi vivienda habitual (cinco en la otra residencia familiar compartida).

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Desde que me levanto necesito percibir el sonido de la radio. En el rápido desayuno de las jornadas laborales y durante las posteriores abluciones matutinas. Tiempo atrás me mantenía fiel a una sola emisora durante mi proceso de “arranque matinal”. Pero últimamente me he convertido en un “zapeador radiofónico” que escucha no solo dos, sino hasta tres emisiones distintas en poco menos de una hora. Durante el resto del día, ese invento denominado podcasting me permite sobrevivir al “mono radiofónico”. Con la vuelta al hogar, muy raro es que el ruido de fondo provocado por la radio no suene hasta al menos la hora en que los vástagos caen rendidos, y sus padres adoptemos la Homeriana actitud de amasar el sofá con nuestro cuerpo. Y para acabar el día, los momentos previos al encuentro con los brazos de Morfeo también se ven acunados por las emisiones hertzianas.

Hasta aquí la radiografía de mi día a día radiofónico. Sin embargo mi intención a la hora de publicar esta entrada no es la de relatar mi perfil como oyente radiofónico, sino la de repasar las distintas formas gracias a las cuales las emisiones radiofónicas nos llegan a nuestras orejas.

“Al principio Dios creó el cielo y la tierra”… y unos cuantos años más tarde Marconi se encargó de que el verbo se extendiera más lejos de lo que la voz humana era capaz solo por si misma. Ese verbo se extendió por todo el planeta a través de las ondas largas, medias y cortas. La década de los años 50 trajo entre otras cosas el Rock’n’Roll, a Marilyn, a la perrita Layka por las nubes, así como el uso de las “ondas muy cortas” como medio para las transmisiones radiofónicas (en otras palabras, popularización progresiva del uso de la FM en los espectros más bajos de la franja de VHF). El tiempo sigue pasando, y con la última década del siglo XX surgen nuevos medios y nuevos métodos de transmisión radiofónica, en este caso digitales. Los satélites ofrecen un nuevo medio de transmisión y recepción radiofónica. La popularización en años venideros de “algo” conocido como internet también constituye un medio para estas transmisiones. Y el “apagón” analógico en muchos países (incluido este) supone la oficialización de las transmisiones televisivas a través de tecnología TDT, las cuales incluyen así mismo la transmisión de emisiones radiofónicas.

De forma muy apresurada esta sería la oferta de medios a través de la que es posible recibir emisiones radiofónicas. Pero no está completa. En efecto, no hemos incluido otro medio de transmisión, probablemente muy desconocido por la gran mayoría: Digital Audio Broadcasting (DAB, en español Radiodifusión de audio digital). A decir verdad se trata de un sistema muy parecido al que se usa para la transmisión de radio vía TDT, si bien usa frecuencias distintas. En el caso de España empezó a usarse esta tecnología desde los primeros años del siglo XXI, precisamente con la intención de convertirse en una alternativa evolutiva a la radio analógica “tradicional”. Sin embargo por diversas causas, el proyecto no ha cuajado, al menos en estos últimos años.

No es que sea difícil adquirir receptores DAB, pero tampoco los tienen en la tienda de la esquina. En mi caso dispongo de uno que compré vía Amazon UK, si bien es posible encontrarlo en tiendas especializadas. El precio es así mismo un poco mayor al de un receptor de radio convencional, pero sin exagerar. Mi radio DAB, marca Roberts, me costó alrededor de 50€.

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¿Qué aporta un receptor DAB al común de los mortales? Al común de los mortales no lo se, pero a un freak radiofónico como yo aporta una estabilidad de señal digital muy recomendable. Curiosamente la calidad de la emisión es, en realidad, inferior a la de la misma emisora a través de FM, pero si permite recibir la señal con una “limpieza digital” muy deseable en zonas y/o habitaciones de la casa en la que son frecuentes interferencias de otras emisoras en frecuencia próximas.

En cualquier caso no es oro todo lo que reluce en el caso de la tecnología DAB. En el caso español, o mucho me equivoco o a día de hoy solo es posible recibir emisiones de este tipo en las zonas de Madrid y Barcelona. Hay un plan a desarrollar por el ministerio de Industria para ampliar la cobertura de la radio DAB, pero de momento no es más que un proyecto de buenas intenciones.

Más información, como casi siempre, en Wikipedia.