martes, 15 de marzo de 2011

Sobre el nuevo modelo de Aena: Situación Actual (II)

Durante más de dos décadas de existencia, Aena ha sido el referente fundamental del panorama aeroportuario español: En la actualidad gestiona una red de 47 aeropuertos y 2 helipuertos  públicos nacionales, así como la gestión de la navegación aérea. Nos centraremos en la parte aeroportuaria, en tanto en cuanto las convocatorias y los conflictos más próximos se justifican en buena parte precisamente por el cambio de esa gestión.

El primer dato a tener en cuenta es el elevado número de aeropuertos que tenemos en España. Tengamos además en cuenta que, además de los de que son de titularidad pública (gestionados por Aena), existen además otros dos aeropuertos privados (Ciudad Real y Lleida), además de un tercero de próxima inauguración (Castellón).  ¿Son necesarios tantos aeropuertos?. Veamos algunos datos comparativos con otros países europeos:

Alemania: 24. Francia: 22.  Reino Unido: 33.  Italia: 31.

Cierto es el hecho de la insularidad española (hay 11 aeropuertos repartidos en 10 islas), la existencia de las “colonias africanas” (Ceuta y Melilla) y de que el turismo sea el motor de la economía española; pero, en cualquier caso, el número total de aeropuertos en nuestro país es, a todas luces, exagerado.

Si algo aporta Aena por el hecho de “trabajar en red” es precisamente el de conseguir que aeropuertos que son deficitarios puedan subsistir gracias a los que no lo son. Un modelo de repartición que se antoja justo y adecuado, aunque solo hasta cierto punto. En general, los aeropuertos que tienen superávit no pasan de 10 o 12, e incluso no siempre son los mismos (en cada ejercicio anual varía esta relación). También en general, los aeropuertos más grandes son los que aseguran el beneficio aeroportuario (si bien es cierto que en los últimos años no ha sido así en el caso de Madrid y Barcelona, motivado por sus necesarias inversiones en infraestructuras).

Como decimos, esta “repartición de cuentas” permite que muchos aeropuertos deficitarios puedan subsistir. Es por tanto un modelo que asegura el mantenimiento de centros aeroportuarios que son imprescindibles por razones geográficas. Un ejemplo es el caso canario: En el último ejercicio del que se tienen datos, de los 8 aeropuertos canarios solo dos (Tenerife Sur y Gando-Gran Canaria) obtuvieron beneficios. El resto de los 6 aeropuertos mantienen por tanto su viabilidad ya no solo por el beneficio de los dos primeros, sino por los de otros aeropuertos no canarios gestionados por Aena y que han obtenido beneficios. En el caso canario es evidente que no es negociable el cierre de los actuales aeropuertos, por mucho déficit que supongan. Personalmente me pregunto si en La Gomera no hubiese sido suficiente con poner en marcha un helipuerto (en vez de un aeropuerto), o si se justifica que Tenerife mantenga dos aeropuertos (desde un punto de vista estrictamente económico).

Los ejemplos anteriores se han centrado en la particularidad insular, pero hay otros casos cuya justificación es más discutible. El hecho de que un modelo sea, sino rentable, al menos no gravoso, no significa que no pueda optimizarse. En otras palabras ¿Qué sentido tiene mantener tres aeropuertos en Galicia, con una distancia de apenas 80 kmtos. entre ellos, y con una comunicación de autopista? ¿Qué sentido tiene mantener aeropuertos como el Burgos, Córdoba, Albacete o León? ¿No sería más adecuado mantener en red los aeropuertos potencialmente rentables junto con los geográficamente obligatorios, y “soltar el lastre” de los más prescindibles?. Estas cuestiones hacen foco en los más obvio en tanto en cuanto gestiona Aena la red aeroportuaria pública.

Sin embargo nuestros actuales gobernantes han decido empezar por el final, ya no tanto en lo que se refiere a la privatización parcial de “algo” que han creado, llamado “Aena Aeropuertos”, sino en propiciar la privatización en forma de concesión de las dos joyas de la corona aeroportuaria: Barajas y El Prat.

Continuara…

sábado, 12 de marzo de 2011

Aena: El nuevo modelo (I)

Entre otras muchas noticias de los últimos días, la convocatoria de huelga por parte del personal de Aena ha provocado el revuelo de propios y extraños. Revuelo motivado por la inevitable comparación con el abandono de su puesto de trabajo el pasado mes de diciembre por parte de los controladores aéreos, y las consecuencias que ello trajo.

Si bien hay que reconocer que en este caso los medios de comunicación si se están haciendo eco de los motivos que han provocado esta convocatoria (otra cosa es que cada uno quiera leer y opinar lo que le parezca), no puedo evitar hacer foco en ciertos aspectos importantes que quizá no toda el mundo conozca, o no al menos en detalle. Para ello tengo previsto publicar una serie de entradas describiendo la situación de Aena hasta la fecha, las perspectivas de futuro ante los cambios propuestos desde el Gobierno, como se plantea el futuro para los trabajadores y usuarios, y posibles alternativas.

En primer lugar habría que dar a conocer que, en el hipotético y poco deseable caso que lleguemos a los días en los que hay convocada huelga por no haber logrado un acuerdo en la mesa negociadora, el riesgo de paralización aeroportuaria no es, a priori, comparable con el que se produjo el anterior mes de Diciembre. Recordemos que aquello no fue una huelga, sino un abandono en masa de un puesto laboral, crítico y difícilmente reemplazable. En el caso de los trabajadores de Aena integrados en la red aeroportuaria (no en navegación ni control aéreo), las funciones que desempeñan son en muchos casos de gestión y supervisión, lo que significa que un “parón” en días sueltos no va a suponer un riesgo para la actividad aeroportuaria, ya que las compañías aéreas y de handling, empresas de seguridad, etc., no son personal de Aena, y por lo tanto no se verán afectados por esta convocatoria de huelga. Sin embargo si hay ciertos colectivos, estos si, empleados de Aena, cuya actividad si puede incidir en el normal funcionamiento aeroportuario: todos los que estén integrados en las áreas de operaciones: Señaleros, bomberos, coordinadores de operaciones, coordinadores de seguridad y algunos otros. El seguimiento de la huelga por parte de estos trabajadores si será fundamental para evaluar el impacto de la convocatoria. Y aún así no olvidemos que están por dictar los famosos “servicios mínimos”, servicios que no será descartables que se fijen en un 100%, dadas las fechas convocadas, o bien en los aeropuertos que constituyan la principal (y a veces casi única) via de entrada y salida (casos insulares y otros).

Así pues, sufrido viajero, no tilde de chantajistas a unos trabajadores que luchan por su puesto de trabajo, y tenga un poco de paciencia, pues estoy seguro de que la sangre no llegará al rio.

Continuará en la próxima entrada…

jueves, 3 de marzo de 2011

Esos pequeños placeres

Qué la felicidad (y la tristeza) continuadas en la vida constituyen un imposible, es algo obvio. Es por ello que aconsejo ser consciente y disfrutar de “esos pequeños momentos de placer” que de vez en cuando se nos presentan. Y no por ser pequeños y hasta un poco “chorras”, dejan de tener su encanto.

Situación 1: Ayer por la tarde recojo a mis bestezuelas de casa de su abuela, y nos dirigimos a comprar “reservas capsulares de Nespresso”. Nos presentamos por tanto en la elegante tienda del Pso. de La Habana. Casualmente ayer iba ataviado “de romano” con traje y corbata, con lo que hago un más que perfecto juego con el local y la zona. Un amabilísimo dependiente toma nota de mi pedido de café,  me lo sirve, y, como es habitual, me ofrece tomarme uno allí mismo, cosa que acepto. Yo apoyado en la mesa, degustando un descafeinado intenso, luciendo palmito y elegante indumentaria, con los críos engullendo una pastilla de chocolate, …me da miedo reconocerlo, pero me sentí un pequeño burgués plenamente feliz.

 

Situación 2: Hoy, a eso de la una de la tarde, huyo por un momento del entorno laboral que conforman mi oficina, con su mesa, su silla, el ordenador y mi menopaúsica compañera para acercarme a “hacer una gestión en el banco”. Tras hacer trasvase de unos pocos euros de un banco a otro (si puedo evitarlo me niego a alimentar de comisiones a ese nido de ratas que son los bancos), vuelvo camino de la oficina y decido que bien puedo tomarme una caña. Entro en un primer bar, del cual huyo en seguida tras comprobar que, aunque la ley antitabaco se cumple, no sería mala idea sacar otra ley obligando a instalar potentes extractores para eliminar las humaredas pestilentes provocadas por las cocinas. Entro en un segundo bar, esta vez ya sin malos humos, y me encuentro ante una refrescante caña de cerveza con su tapita. Hoy, igual que ayer, aunque sin el traje, sin la corbata, y en un tan poco pequeño burgués barrio como es Canillejas, me he vuelto a sentir sentido plenamente feliz.