viernes, 20 de agosto de 2010

Por ahí no… ¿o sí? (1/3)

Hace años, nuestros sufridos padres no se cansaban en buscar combinaciones imposibles para evitar “el atasco veraniego” camino de las playas, con el resultado en muchos de los casos que, un viaje de ocho horas se convertía en uno de algunas más, por peligrosas carreteras secundarias, extraños cruces, pueblos semiabandonados,  “pero sin atascos, eso sí”.

Reivindico desde esta bitácora esa manía de buscar recorridos alternativos y no muy lógicos, con el propósito de disfrutar del viaje más que del hecho de llegar al destino, y como tal abro una mini-serie con tres recorridos “anormales”, pero con encanto.

Burgos-Bilbao por las Merindades:

Esta alternativa supone apenas 5 kmtos. más que el “recorrido típico” de Burgos a Bilbao. En cuanto a “¿cuanto tiempo más se tarda?”, carece por completo de importancia.


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Salimos de Burgos por la N-623, y pasado Sotopalacios (alojamiento nocturno en mis primeros viajes infantiles a la playa santanderina), tomamos el desvío por la CL-629, adentrándonos en la merindad del rio Ubierna. El concepto de merindad se refiere a una figura otorgada en el siglo X por Fernán González, consistente en la administración de distritos (concretamente siete), administrados por un Merino. Este asumía todas las competencias y poderes en representación de los condes y, más tarde, de los mismísimos reyes.

Mientras avanzamos por la carretera, podremos observar al principio del recorrido restos de antiguas vías de ferrocarril, y más adelante diversos pueblos de la merindad. Según pasan los kilómetros, la vista del páramo burgalés resulta asombrosa, y no puedo evitar pensar el frio que debe de hacer en esta zona en los meses más duros del invierno.

Seguimos adelante tras pasar el desvío que lleva a Poza de la Sal, lugar de nacimiento de Félix Rodríguez de la Fuente, y seguimos ascendiendo lentamente hasta alcanzar el Puerto de la Mazorra. Desde allí se puede observar uno de los panoramas más impresionantes del norte de España, surgiendo un inmenso valle profundamente verde, salpicado de pintorescos pueblos coronados por los inconfundibles torreones cuadrados característicos de la zona. Es el valle de Valdivielso, y el río que lo cruza es nada menos que el Ebro.

Según bajamos el puerto seguimos por la CL-629 en dirección a Villarcayo. Alcanzamos Valdenoceda, con el primer torreón de los Velasco, además de una iglesia románica con una torre circular adosada al campanario. Para alcanzar el siguiente valle, la antigua merindad de Manzanedo, hay que seguir el Ebro por el preciosos desfiladero de los Hocinos, hasta la población de Incinillas, Villalain, y finalmente Villarcayo.

En la actualizada el pueblo de Villarcayo resulta bastante feo, aun cuando Felipe II lo designó en 1560 como cabeza de Las Merindades de Castilla (situado a poca distancia, Medina de Pomar, en cambio, conserva un variado patrimonio artístico).

Salimos de Villarcayo por la CL-629, y en este caso haremos un nuevo desvío absurdo y recomendable: a la izquierda tomamos la BU-562 hacia Torme. Esta ruta se justifica por el buen recuerdo que guardo de una serie de años en los que nos reservábamos un fin de semana del mes de junio para “aberrar” por esta zona. El bar de Pereda en Torme y el complejo El Molino de Butrera fueron el escenario de algunos de los mejores días que pudimos disfrutar hace ya una década.

Por la mencionada CL-629 atravesamos la merindad de Sotoscueva, tomando posteriormente la C-6318 en dirección a Espinosa de los Monteros. Este municipio merece la pena verse, pues es un villa rica en edificaciones (Dentro de la provincia de Burgos es, tras la capital, la población que cuenta con más monumentos catalogados).

Desde Espinosa de los Monteros seguimos por la C-6318 en dirección a la Merindad de la Montija, preciosa, verde y cruzada por el entrañable Ferrocarril de La Robla, actualmente gestionado por FEVE.

Atravesaremos a continuación el Valle de Mena para ya entrar en el País Vasco por las carreteras BI-630/BI-636, y finalmente llegar a nuestro destino.