jueves, 24 de junio de 2010

El verano está aquí

Ya llegó el verano, pero no es como los de antes.

No, no es como los de antes. Y no solo por cambio climático, sino por otras muchas cosas. Los albaricoques ya no saben igual. Mamá ya no llevará esos vestidos floreados. El toldo de la terraza ya no nos protegerá del sol de junio. Ya no hay riesgo de tormenta en la zona de la baja campiña y las vegas. El cloro de la piscina no huele igual. Bill Maxwell no ejerce ni en el FBI ni en la vida. Ya no hay barras libres en El Chicle. Por no haber ya no hay ni chicle. Ya no hay chicas ni playas. Ya no hay amaneceres lubricados ni humedecidos. Ya no hay plazas reconquistadas (las más) ni conquistadas (las menos). Ya no hay carreteras secundarias. Ya no hay aeropuertos emergentes entre la bola de mercurio cerebral. Ya no hay despertares a las 3 de la tarde. El padre se ha hecho hijo y viceversa. La coraza sigue creciendo sobre el eterno adolescente. Y pesa, ya lo creo que pesa...

Pero a pesar de todo, sí se sabe buscar, es posible encontrar puertas que, como el Delorian, permiten regresar al futuro o conocer por primera vez el pasado. Y junto a esas puertas del tiempo los pájaros siguen trinando como siempre. Y los árboles suenan igual. Y el banco-tronco sigue en su sitio. Y el lúpulo sigue alimentando el alma y el gaznate.

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Pero sí vas, no me verás...